Lo que sigue es mi silencio, mirando...allá, fijamente; en una de esas páginas espléndidas.
Era una batalla interminable tener que cargar esa linterna y proteger la llama de las bruscas olas del mar, la Luna coronaba al cielo con una luz magnifica que sólo el nocturno cielo podía abrazar en infinita dulzura.
Debe ser de lo más maravilloso del mundo, incluso siento tristeza de no poder crear algo igual, pero es un gran alago a la vista, esas páginas son espléndidas en verdad.
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Lo que sigue es mi desesperación creando grietas y haciéndome quedar como un lunático.
¿Y ahora qué queda? ¿ver televisión? ¿sentarse por millonésima vez -o quizá más- frente al computador?
Vamos a jugar un terrible juego que consiste en reír como idiotas, yo seré el primero en comenzar y ustedes han de seguirme.
Vamos a matar gallinas de formas cómicas, para hacer así más divertido el juego.
No se queden atrás, después del silencio va la locura.
Vamos a jugar a destrozar el bosque y acabar con todos sus animales, hay que hartarnos de sangre para que funcione.
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Y...esto es decepcionante, en un segundo podría librarme de todo eso, o por lo menos, tratar de llevar una vida digna, sin mortificaciones. Eso es todo...me voy a la cama, dormiré unas 20 horas no se ocupen en molestarme.
Aquí comienza la vida que siempre he deseado, bajo el sueño, sobre las rosadas nubes...las fantasías siempre se cumplen.
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¡Oh! ¡Lo que sigue es clásico! hasta parece cómico.
Entra tu madre por la puerta gritando y tratas de tranquilizarla, te revienta a golpes y sale asfixiada de corajes. Cuanta...¿excitación? es de lo más fantástico la violencia, es de lo más normal...todos la usan... ¿no es así?...tu madre no se puede quedar atrás, ella como cualquier persona está en su derecho de saciar a golpes su impotencia sobre tu vida, tiene derecho de asesinarte si ella quiere, ¡claro que sí! ¡faltaba menos!.
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Lo que sigue es muy trágico y da pena escribirlo.
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20 ó 30 personas copulando en un mismo lugar, a un lado 45 perros agonizantes por quemaduras y atropellamientos. Así se siente mi dignidad.
