bienvenida

¡Hola a todos!

Quiero darles la bienvenida a mi blog espero que les guste. Mi nombre es david tengo mucho que decir y poco tiempo para hacerlo, tanto que hechar afuera. Inspiración puede sobrar aveces, la imaginación es una herramienta fundamental y las palabras fluyen como un rio...

Cuantos temores no escondo, y cuantos más se alejan, mi mente es paresida a lo que se vive un dia de noviembre, mis ojos reflejan la luz de las blancas velas...sollozos, oraciones; mis labios nunca se abrirán para proclamar esas palabras. Deseos abundantes, corazón duro, virilidad débil. La suerte para mi no lo es todo, ni el dinero, ni el amor, ni la vida...ni nada.

Yace mi cuerpo inerte bajo el manto de un desierto suspiro inevitable, la luna se acerca para hablarme al oído, el sol se aleja para premiarme con la oscuridad. Y los colores penetrantes, como los que se ven un dia de noviembre. Ojos secos, arboles brillantes...viceversa.

Temores vanos, voces lúgubres, intentos inocentes; dicen que al final del camino está la luz.

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lunes, 23 de mayo de 2011

Vanidad vampírica


Cruzando el bosque, tras las colinas añejas de leyendas, ya muy cerca de las inhóspitas montañas, en medio de un somnoliento lago que cubren las tinieblas; se levanta un castillo antiguo de aristocrático porte en el cual, un vanidoso vampiro moraba.
Este monstruo nació enamorado de sí mismo y de su imagen, tomaba la ducha tres veces por noche para verse siempre impecable, nunca salía del castillo para buscar victimas por temor a manchar su ropa con sangre, afilaba sus colmillos cada semana y peinaba su cabello cada instante, siempre constante en su aseo y temeroso de no lucir mal todo el tiempo...pero, había un ligero problema, el cual lo atormentaba noche a noche; él como vampiro no tenía reflejo, entonces no podía apreciar la belleza que creía tener...¡nunca pudo mirarse al espejo!
Pasó noches y noches buscando el remedio para tal desgracia, buscó espejos mágicos, optó por crear conjuros que le dieran la solución, pero fué en vano; ni la magia, ni la hechicería pudieron cambiar su destino.
Durante el día, mientras dormía, horribles pesadillas asotaban despiadadamente su sueño. Soñaba que entraba en una inmensa recamara, todo en excelente orden; atravesando la ventana la luz de la Luna caía sutilmente ante un gigantesco espejo que yacía al centro de la habitación. El vampiro, ansiosamente y casi por instinto, se acerca a mirarse...lo que ve, es un rostro arrugado y verdoso, grandes bolsas bajo los ojos, labios secos y blanquesinos,sus dientes amarillos y desgastados, su cabellera quebrada y marchita. El sobresalto lo despierta de la espantosa pesadilla, queda perpléjo y baja corriendo las escaleras a buscar su espejo.
El sudor cae sobre el cristal, pero no hay reflejo. El sudor se convierte en lágrimas de desesperación y angustia al no saber realmente que aspecto tiene.
Esa noche, el vampiro sube a la punta más alta de la torre del castillo con una soga en mano, sube las escaleras en espiral y observa poco a poco la profundidad que queda a cada peldaño que escala. Al llegar a la parte más alta solo queda una pequeña plataforma quebradisa al borde del precipicio dentro de su propio castillo, arroja la cuerda a una columna de madera firme que atravieza de lado a lado la torre, la amarra con fuersa, la asegura, la coloca en su cuello, se lanza al vacio y...se da cuenta de que sus génes de vampiro hacen de él un ser inmortal, por lo que su intento de morir ahorcado resulta un completo fracaso.
El vampiro vanidoso, totalmente frustrado de si mismo vuelve a su tumba resignado y nunca más vuelve a preocuparse por ostentantar la imagen que ni el mismo logró ver.

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