bienvenida

¡Hola a todos!

Quiero darles la bienvenida a mi blog espero que les guste. Mi nombre es david tengo mucho que decir y poco tiempo para hacerlo, tanto que hechar afuera. Inspiración puede sobrar aveces, la imaginación es una herramienta fundamental y las palabras fluyen como un rio...

Cuantos temores no escondo, y cuantos más se alejan, mi mente es paresida a lo que se vive un dia de noviembre, mis ojos reflejan la luz de las blancas velas...sollozos, oraciones; mis labios nunca se abrirán para proclamar esas palabras. Deseos abundantes, corazón duro, virilidad débil. La suerte para mi no lo es todo, ni el dinero, ni el amor, ni la vida...ni nada.

Yace mi cuerpo inerte bajo el manto de un desierto suspiro inevitable, la luna se acerca para hablarme al oído, el sol se aleja para premiarme con la oscuridad. Y los colores penetrantes, como los que se ven un dia de noviembre. Ojos secos, arboles brillantes...viceversa.

Temores vanos, voces lúgubres, intentos inocentes; dicen que al final del camino está la luz.

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domingo, 12 de febrero de 2012

Los enamorados


Los enamorados; son, seguramente,
bestias misteriosas, que ahogan su risa
con vino, con besos y con Luna.
Seguramente son esqueletos, que bailan
a la luz del llanto, cubiertos de noche y celo;
mueren y renacen, desafiando al tiempo.

Los enamorados son un intento de lluvia,
porque demoran mucho, y son dos nubes
silenciosas, mal teñidas de ensueño.
Han de ser, también, dos rojos corazones
que no palpitan, pajarillos sin vuelo,
ojos ciegos, oídos sordos, o pinceles que no pintan.

Seguramente, se meten en agujeros, para cubrirse del frío,
y usan los brazos para entregarse cariños,
sus insensibles miradas son, a veces, lobos feroces,
serpientes enredadas, conejos veloces.
Son la voz de un fantasma, atrapado en sus callejones,
son la muerte; los enamorados,
y estoy seguro de que a cada rato mienten.

Sus frágiles manos, envenenadas de amor,
recorren cada esquina de alguna inexistente habitación.
Los enamorados son flores deshechas y también
son un jardín, son dos árboles vecinos, y el aroma de un abril.

Son dos trazos de colores que recogen pétalos,
son el agua turbia de un río, son pedazos de viento
sin perfume, son el humor de las alucinaciones.
Son, al fin, los enamorados; un frasco de deseos,
o quizá dos lamentos desollados.

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